competir con tus ojos soñadores.
Tus ojos tienen sombras y fulgores:
Son dos lagos al tiempo que una hoguera.
¿El mar?... ¡Tampoco¡... El mar tiene ribera
que se llena de pájaros y flores,
y en tus divinos ojos turbadores
se fatiga volando la Quimera...
¿El cielo?... acaso el cielo, por ser cielo,
se atreviera un momento, envanecido,
a asomarse a tus ojos con recelo;
y, ante tus ojos diáfanos y bellos,
vería el mismo cielo, sorprendido,
que falta cielo para verse en ellos.
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